- Página principal
- RECOMENDACIONES PARA LEER
- CIENCIA FICCIÓN: Julio Verne
- Cuentos y Fábulas para compartir
- Erase Una Vez El Hombre
- Erase una vez: Los Inventores
- Historia del Uruguay
- Los Charrùas
- Bibliosugerencias y Comentarios
- Bibliofamilias
- Audio de cuentos
- ¿Trabajamos con la XO? Plan Ceibal
- HISTORIETAS DIGITALES
- Libros para leer BIBLIOTECA DIGITAL CEIBAL
- Juana de Ibarbourou
BIENVENIDOS:
Es un placer comunicarnos con todos ustedes a través de este medio, en el que queremos que nos sigan, que aporten, que compartan experiencias, que jueguen, en una palabra, como les decimos siempre que ¡disfruten!
Van a observar que dentro de este blog van a ver distintas bibliosecciones, bibliorincones, bibliosugerencias, biblioexperiencias, bibliorecomendaciones, para ustedes y de ustedes, los niños de las Escuelas nº 219 y 274 "Ex Experimental de Malvín", de Montevideo República Oriental del Uruguay, así como también para ex alumnos, para todas la familias y para todos aquellos que quieran comunicarse con nosotros de otros Departamentos o de otros Países.
Les sugerimos que escriban comentarios, sugerencias, ideas, recomendaciones de libros, para que la nuestra sea, una Biblioteca Viva.
sábado, 27 de mayo de 2017
17ª FERIA DEL LIBRO INFANTIL Y JUNENIL
Si quieres conocer más detalles de la feria como las actividades que se realizarán día a día y los escritores que la visitarán haz click aquí
jueves, 25 de mayo de 2017
Historia de los libros
Antes de los libros
Siempre los hombres sintieron la necesidad de comunicarse. Desde hace decenas de miles de años, representaron mensajes o historias. ¡Claro!... Todavía no existían los libros, tal como los conocemos hoy. Lo hicieron en las paredes de sus cavernas o sobre distintos materiales que podían encontrar con facilidad en su entorno.
¡Cuántos de esos mensajes no han podido descifrarse todavía!... ¡Cuántos siguen apareciendo cuando, muchas veces por azar, salen a la luz restos de culturas milenarias al descubrir una nueva gruta o al realizar excavaciones!...
Los libros no habían nacido todavía, pero el deseo de registrar información en una tablita de arcilla, hace cinco mil años, por ejemplo, o el de contar una aventura a través de dibujos en el interior de una caverna, hace diez mil o más, son formas de comunicación que los anticiparon.
Los primeros pobladores de Egipto descubrieron un excelente material para escribir, a partir de una caña llamada papiro.
Cortaban la caña en tiras muy finas, las ponían juntas y luego las cubrían con barro o con pasta de harina. Encima colocaban otras tiras, en ángulo recto con las anteriores.
Machacaban esa pasta y la ponían a secar al sol. Luego la pulían, generalmente con marfil, y así obtenían unas láminas delgadas.
A veces pegaban una lámina a continuación de otra para formar rollos, que podían tener más de treinta metros de largo.
El uso del papiro para escribir tenía una gran ventaja frente a la piedra tallada: era más cómodo de transportar.
Del término papiro deriva nuestra palabra papel.
Dos inventos chinos
1. El papel
Fue conocido en China hace unos 2000 años, pero otros pueblos no supieron cómo lo elaboraban los chinos, hasta hace unos cuatro siglos.
Se preparó con géneros de lino.
¿Qué ventajas ofrecía ese tipo de papel, cuando empezó a usarse? Resultaba barato, porque abundaban las plantas de lino en la región. Además, era más resistente que el papiro y no tan grueso como él.
Actualmente, la mayoría del papel de uso común se hace con pulpa de madera.
2. La imprenta
Hace más de mil años se imprimió en China un libro que tenía seis páginas de texto y una ilustración.
Cada página fue impresa con un bloque de madera en el que se habían tallado los caracteres, como si estuvieran reflejados en un espejo.
Se entintaba ese bloque de madera, se colocaba encima una hoja de pergamino y, al hacer presión sobre ella, quedaba impresa la página.
Unos cientos de años después, los chinos hicieron por separado cada uno de los caracteres en pequeños bloques de madera. Con ellos, como quien arma un rompecabezas, formaban el texto que querían imprimir. Este sistema tenía la ventaja de que después de usados, los bloques podían distribuirse de otra forma y así ser usados nuevamente para imprimir un texto diferente.
Los primeros libros
Si bien te comentábamos que hay “antepasados” de los libros, los primeros libros, tal como los conocemos hoy, significaron un gran adelanto. Ocupaban menos espacio y se podían conservar mejor.
En un principio, cada ejemplar era escrito a mano.
Los monjes se dedicaban a copiar libros, y a veces esa tarea les llevaba toda la vida. Era un trabajo muy duro especialmente en invierno, porque a pesar del frío estaba prohibido usar fuego para calentar las habitaciones, por temor a que los valiosos ejemplares existentes o las hojas de pergamino se quemaran por accidente.
Un copista de aquella época escribió en uno de los volúmenes que copiar un manuscrito “nubla la vista, curva la espalda, machaca las costillas, atenaza los riñones y deja todo el cuerpo dolorido”.
Otras personas ponían los títulos y decoraban los bordes. Esos libros eran muy caros. Para que tengas una idea de su precio, te comento que un hombre de aquella época pudo comprar una casa de campo con el dinero que le pagaron por uno de los libros que vendió.
Juan Gutenberg
La imprenta inventada por los chinos no se conoció por mucho tiempo en otras partes del mundo. Sin embargo, con ideas parecidas a las que ellos manejaron, trabajó este alemán que nació en Maguncia, en 1399, creando una imprenta a mediados del siglo XV.
Poco se sabe de la vida de Juan Gutenberg. Sí se conoce que a los quince años se dedicó a pulir piedras y a la fabricación de espejos. Poco después empezó a trabajar como impresor.
Primero grabó cada texto en un bloque de madera. Luego grabó cada letra en bloques más pequeños, tal como habían hecho los chinos.
Notó que esas letras no duraban mucho tiempo, ya que la madera no es un material resistente a la presión que se hace sobre ella para imprimir. Entonces, un obrero muy hábil que había contratado, tuvo la idea de grabar las letras en metal, perfeccionando así el trabajo de su maestro.
En 1455, Gutenberg presentó al mundo su primer libro impreso. Se trataba de la Biblia, encuadernada en dos grandes tomos.
Todos estuvieron de acuerdo en que la imprenta ofrecía las ventajas de lograr gran cantidad de ejemplares a la vez, resolviendo el problema del costo y del tiempo, ya que el trabajo se terminaba mucho más rápidamente.
Gutenberg falleció trece años después de entregar a la humanidad su maravilloso invento, que otros continuaron y perfeccionaron. Unos cuatro siglos después de su muerte, los ciudadanos de Maguncia levantaron una estatua en su memoria.
Escribió Generoso Medina: “A él se debe la liberación del pensamiento escrito y que actualmente no existan libros encadenados como en la época en que siendo tan escasos y costosos, colocábanse muchas veces, en las catedrales, ejemplares para el público, asegurándolos con cadenas para que no los llevasen, según lo atestigua una fotografía de los libros existentes en la catedral de Hereford.”
Las primeras bibliotecas
Desde que el hombre expresó por primera vez sus ideas por medio de la escritura, en tablillas de barro o en papiro, sobre hojas de bambú o en rollos de seda, su afán ha sido siempre recoger y conservar su obra para la posteridad. La idea de una biblioteca debe ser casi tan vieja como la civilización; y la historia de la biblioteca es la del pensamiento y el conocimiento mismo registrados, conservados y puestos a disposición de las generaciones futuras.
El hombre aprendió el arte de escribir en el Asia Occidental y en Egipto. Lo primero que parece haber producido en ese sentido es lo que llamaríamos actualmente documentos, compilaciones de leyes, listas de tributos, junto con textos mágicos y religiosos y poemas épicos.
En los palacios y los templos se guardaron colecciones de estos escritos que vinieron a constituir las primeras bibliotecas: y desde que se han hallado referencias a la actividad de los escribas oficiales en Egipto hace más de 6000 años, cabe sacar en conclusión que había ya bibliotecas por aquel entonces.
En las bibliotecas de la Edad Media, los libros estaban asegurados con cadenas a los estantes y los lectores sentados frente a ellos. Actualmente, los libros se han liberado de sus cadenas.
(De “El Correo” de la UNESCO)
Entre las bibliotecas más famosas de la antigüedad se encontraba la de Alejandría, fundada por los griegos en territorio del actual Egipto hace unos 2300 años. Contaba con más de quinientos mil volúmenes. Lamentablemente, según las versiones más difundidas, fue destruida por un incendio.
Actualmente, con el desarrollo de la informática, es posible difundir los pensamientos por nuevos medios. A través de Internet podemos acceder a todo tipo de material, incluso a textos que se están produciendo, en forma prácticamente simultánea a su creación. Te aconsejamos que te familiarices con estas nuevas formas de comunicación, que no excluyen el uso del libro.
El libro, como objeto, siempre seguirá siendo un excelente compañero.
Bibliotecas públicas
La primera que tuvo nuestro país fue la Biblioteca Nacional. Hay muchas más, distribuidas en todo el territorio de la República.
Tal vez ya conozcas algunas. Si no lo has hecho todavía, te lo recomendamos. Investiga en tu localidad o en tu barrio dónde queda la más cercana, así como en qué horarios está abierta al público. Después, visítala e infórmate sobre los libros que tiene. Te aseguramos que será una experiencia muy interesante.
Para conocer mejor un libro y encontrar más fácilmente el material que buscamos en él, es conveniente que tengamos en cuenta cómo está formado, una vez que sale de la imprenta.
Veámoslo primero por fuera. Nos encontramos con la tapa, que es “cada una de las dos cubiertas de un libro encuadernado”, según el diccionario de la Real Academia Española. La tapa casi siempre nos proporciona información sobre el título y el autor del libro. Además, muchas veces nos invita a la lectura con alguna colorida imagen.
¿Abrimos el libro, ahora? Generalmente se repiten los datos sobre título y autor. Dando vuelta esa página, a nuestra izquierda, aparecen casi siempre en letra más pequeña unos textos que muchas veces no leemos, pero que son muy importantes: la empresa editora, el lugar y la fecha de impresión. Te preguntarás para qué es útil tenerlos en cuenta. Bueno; eso tiene que ver sobre todo con los libros que contienen información científica. Como los avances de la ciencia y la tecnología son actualmente tan acelerados, puede ser que leas un libro editado hace varios años y, por lo tanto, con información que ya se ha modificado.
Algunos libros tienen un prólogo escrito por el autor o por otra persona. Es importante leerlo, porque representa un mensaje sobre aspectos generales de la obra o sobre la intención del autor al escribirla.
Si se trata de una novela, puede estar dividida en capítulos. Si es un libro de cuentos, el título de cada uno de ellos genera una división natural por partes o secciones. También en partes o secciones pueden estar divididos otros tipos de textos.
A veces, el autor incluye un epílogo en su obra. Como el epílogo se refiere a sucesos que derivan de la acción principal de la obra, no es conveniente leerlo antes de conocer el texto central.
Y ahora, dejamos para el final una parte del libro que puede estar al final o al comienzo: el índice. ¿Consultas el índice de tus libros? Tanto o más que el título, el índice nos ofrece información sobre los temas que trata. También nos resulta de gran utilidad cuando queremos ubicar fácilmente las páginas que nos interesa consultar o los capítulos que deseamos releer.
Fuente original haz click aquí
Esperamos que les sirva el material
Bibliobesos
Virginia y Silvana Maestras encargadas de la Biblioteca "Luisa Otaegui"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)