BIENVENIDOS:
Es un placer comunicarnos con todos ustedes a través de este medio, en el que queremos que nos sigan, que aporten, que compartan experiencias, que jueguen, en una palabra, como les decimos siempre que ¡disfruten!
Van a observar que dentro de este blog van a ver distintas bibliosecciones, bibliorincones, bibliosugerencias, biblioexperiencias, bibliorecomendaciones, para ustedes y de ustedes, los niños de las Escuelas nº 219 y 274 "Ex Experimental de Malvín", de Montevideo República Oriental del Uruguay, así como también para ex alumnos, para todas la familias y para todos aquellos que quieran comunicarse con nosotros de otros Departamentos o de otros Países.
Les sugerimos que escriban comentarios, sugerencias, ideas, recomendaciones de libros, para que la nuestra sea, una Biblioteca Viva.

Juana de Ibarbourou

JUANA DE IBARBOUROU 

(Juana Fernández Morales; nació en  Melo, Uruguay, 1892  y no en 1895 como ella solía decir en vida, fallece en Montevideo en el año 1979) Poetisa uruguaya considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo XX.
 A los veinte años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, del cual adoptó el apellido con el que firmaría su obra. Tres años después se trasladó a Montevideo, donde vivió desde entonces.



Programa Rioplatensas canal à: Juana de Ibarbourou 

Sus primeros poemas aparecieron en periódicos de la capital uruguaya (principalmente en La Razón) bajo el seudónimo de Jeannette d’Ibar, que pronto abandonaría. Comenzó su larga travesía lírica con los poemarios Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje (1922), todos ellos muy marcados por el modernismo, cuya influencia se percibe en la abundancia de imágenes sensoriales y cromáticas y de alusiones bíblicas y míticas, aunque siempre con un acento singular.
Su temática tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física y de la naturaleza. Por otra parte, imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de las vertientes capitales de su producción, la cual se vio tempranamente reconocida.
En 1929 fue proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el poeta "oficial" uruguayo Juan Zorrilla de San Martín y que contó con la participación del ensayista mexicano Alfonso Reyes.
Poco a poco su poesía se fue despojando del ropaje modernista para ganar en efusión y sinceridad. En La rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, rozando incluso las imágenes surrealistas. Con Estampas de la BibliaLoores de Nuestra Señora e Invocación a san Isidro, todos de 1934, inició en cambio un camino hacia la poesía mística.
En la década de 1950 se publicaron sus libros Perdida (1950), Azor (1953) y Romances del destino (1955). En esta misma época, en Madrid, salieron a la luz sus Obras completas (1953), donde se incluyeron dos libros inéditos: Dualismo y Mensaje del escriba. De su obra poética posterior destaca Elegía (1967), libro en memoria de su marido.
Juana de Ibarbourou ocupó la presidencia de la Sociedad Uruguaya de Escritores en 1950. Cinco años más tarde su obra fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, y en 1959 el gobierno uruguayo le concedió el Gran Premio Nacional de Literatura, otorgado por primera vez aquel año. Su obra en prosa estuvo enfocada fundamentalmente hacia el público infantil; en ella destacan Epistolario (1927) y Chico Carlo (1944).
La poesía de Juana de Ibarbourou

La literatura uruguaya del siglo XX contó entre la nómina de sus autores con una serie de poetisas cuya obra reviste 
fundamental importancia: 

- María Eugenia Vaz Ferreira, 
-Juana de Ibarbourou. 
Cada una de ellas desplegó un acento propio y característico; así, mientras Vaz Ferreira representa la altiva castidad, y Agustini la mujer en espera anhelante, Juana de Ibarbourou es el equilibrio de la entrega espontánea.
Pero es con la chilena Gabriela Mistral con quien Juana de Ibarbourou mantiene un parentesco más directo: ambas poseyeron la misma sensibilidad exquisita y arrebatadora, la misma sinceridad de pasión, la misma facilidad y sencillez en la expresión. 
Las separa, en cambio, el mundo anímico que expresan: Gabriela Mistral está poseída de un espiritualismo cristiano; Ibarbourou, al menos en sus primeras obras (en las últimas se aproxima al tono de la poetisa chilena), aparece loca de vida, pagana, desbordando toda ella vitalidad y sensualidad: "Tómame ahora que aún es temprano / y que llevo dalias nuevas en la mano".
En sus inicios, Juana de Ibarbourou no escapó a la influencia modernista, pero paulatinamente su poesía se desviste de pompas para ganar en efusión y sinceridad. En su producción poética encontramos una continua evolución que ha sido comparada al ciclo de la vida humana; se ha dicho que Las lenguas de diamante (1919) equivalen al nacimiento a la vida, Raíz salvaje (1922) a la apasionada juventud, La rosa de los vientos (1930) a la madurez y Perdida (1950) a la vejez. En cada uno de esos libros el paso del tiempo, en continua progresión, va adquiriendo una mayor importancia. Estampas de la Biblia (1934) y Loores de Nuestra Señora (1934) acusan una evolución religiosa.
Los sentimientos de la autora, en soledad o en diálogo con la naturaleza, constituyen la temática central de sus versos.
 El escritor venezolano Rufino Blanco Fombona ha dicho de Ibarbourou que su filosofía se reduce al horror a la nada; por eso concebirá a la muerte como una continuación de la vida, casi como su evolución natural. 
No existe un verdadero horror a la muerte; en "Vida garfio", uno de sus mejores poemas, se imagina muerta, pero, en realidad, continua sobreviviendo por el amor: "¡Por la parda escalera de raíces vivas / yo subiré a mirarte en los lirios morados!".
Nada hay menos intelectual, pues, que la lírica de Ibarbourou; todos sus pensamientos arrancan de sus propias sensaciones. 
La naturaleza le atrae, la siente, y habla con ella, con el río y con el árbol; les da carne y sangre y hace que aparezcan ante nosotros con sus sufrimientos y alegrías. A veces recurre para ello a atrevidas imágenes; así describe el ciprés: "Parece un grito que ha cuajado en árbol / o un padrenuestro hecho ramaje quieto".
Pero, ante todo, Juana de Ibarbourou es la voz del amor juvenil y ardoroso, de la mujer que se sabe admirada y deseada por el hombre y que lleva dentro de sí toda la fuerza de esa naturaleza que ama ("Besarás mil mujeres, mas ninguna / te dará esta impresión de arroyo y selva / que yo te doy"). 
Para ella el amor no es sino una forma de participación en el misterio continuo del mundo: "Somos grandes y solos sobre el haz de las campos", le dirá a su amado. Siempre se encuentra en su voz, exigida por la fuerza de sus sentimientos, una sinceridad total en el pensamiento, y al mismo tiempo la expresión violenta e ingenua de la pasión.
El aspecto más débil de su producción nos lo ofrecen sus versos narrativos, como los contenidos en Romances del destino (1955), de clara y no muy feliz influencia lorquiana. 
En 1967 publicó Elegía, obra dedicada a su esposo Lucas Ibarbourou, fallecido muchos años antes. Como su título indica, el libro es un apasionado pero contenido canto de amor entonado en voz baja; aunque contiene algunas exasperadas quejas, por todos los poemas cruza un dulce sosiego, una sosegada resignación. "Ahora, ¿qué hacer, caídos los dos brazos, / rodeada de crepúsculo y de bruma?", se pregunta ante su pérdida; sin embargo, algo la empuja a esperar que en alguna parte podrá recuperar aquel amor, que sigue vivo: "Nadie olvida porque yo no olvido, / y para que él no muera yo no muero".
Bibliofuente: web: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ibarbourou.htm

                      Recreación de la biografía de  Juana de Ibarbourou 
                      realizado por el 
Portal Uruguay Educa 



Más información sobre Juana en el PORTAL URUGUAY EDUCA HAZ CLICK AQUÍ



Algunos de sus libros: 
1919

EL CÁNTARO FRESCO fragmento Juana de Ibarbourou (uruguaya)
Han traído para el almuerzo un ventrudo recipiente de barro lleno de agua recién sacada del pozo. Y es esta tan fría que, rezumando por todos los poros del cántaro, ha cubierto la rojiza superficie de un fresco manto húmedo. Atrechos el vapor acuoso es más espeso y forma gotas gruesas que caen sobre el mantel blanco. En el comedor reina una penumbra dulce. por una rendija del postigo entra, tendiéndose de la parte superior de la ventana hasta el piso del centro de la habitación, como una tirante cinta amarilla, un rayo de sol que, en el suelo, se concentra simulando un ovillo de hilo dorado. A veces, al mover un ligero soplo de brisa de la cortina, el redondel de sol se mueve también, y Titanio, el pequeño terranova que hace rato lo observa, salta sobre él. Y ladra al ver que lo que él quizás supone un extraño insecto, se trepa como una mariposa burlona a su pata peluda.
de la cocina llega ruido de loza; del patio un chirriar confuso de cigarras. En espera del almuerzo empieza a invadirme la modorra de este cálido mediodía de diciembre. mi hijo, con esa sana hambruna de los seis años, pellizca un trozo de pan, sentado ya en su sillita, junto a la mesa, esperando la llegada del padre. mis agujas de tejer, la labor, el ovillo, han resbalado poco a poco de mi falda a la estera. yo apoyo mi mejilla en la fresca superficie húmeda del cántaro. Y esta fácil y sencilla felicidad me basta para llenar la hora presente.
1920 .

El Cántaro Fresco- Juana De Ibarbourou Cn1

CHICO CARLO Juana de Ibarbouru (frag.)

¡Chico Carlo! fue mi compañero de toda la infancia, mi doble con pantalones. no sé por donde, ni adonde se lo llevó la vida. recuerdo su fina cara morena, swu negro y enmarañado cabello, sus ojos crue4les. Era un chico despiadado contodos, pero  de una gran ternura para mí. Yo lo adoraba. nacimos los dos el mismo mes de enero, nos criamos frente a frente.
Su madre, amiga de la mía , solía decir:
 -  los casaremos cuando sean grandes.
pero mamá comentaba a solas con nosotros:
 - perdóneme Dios y mi pobre maría, pero no es con ese nimalito de monte que se casará mi Susana. ¿Qué pena, un muchacho tan lindo, y con ese carácter tan difícil!
A mi esto no me quitaba el sueño. Él era conmigo como un ángel guardián, que me protegía y a veces me4 castigaba, pero del que yo sentía, aprovechándome, su ternura. se deleitaba - más por parecerse a un hombre que por maldad -  en dañar y destruir.
Era rebelde, despectivo y huraño. me guardaba todas sus golosinas y yo las aceptaba con la sencillez con que los seres débiles aceptan el espontáneo sacrificio de los fuertes.
Resultado de imagen para libro raiz salvaje de juana de ibarbourou            Resultado de imagen para libro raiz salvaje de juana de ibarbourou Resultado de imagen para libro perdida de juana de ibarbourou                   

   1922                                                     1930                                                1950
Nacimiento a la vida                                  Madurez                                         Vejez

Poema la higuera de Juana de Ibarbourou 

Canción con el poema la HORA de Juana de Ibarbourou
 interpretada por Isabel Parra

Espero que les sirva y  disfruten el  material  compartido que no será el único
Bibliobesos
Silvana Pérez Giró 
Maestra de Biblioteca "Luisa Otaegui" 


TRABAJOS DE ED.  PLÁSTICA REALIZADOS  POR LOS NIÑOS DE 6º AÑO 2016 DE LA ESCUELA Nº 274 INSPIRADOS EN EL POEMA  "LA  HIGUERA" DE 
JUANA DE IBARBOUROU














Espero que les sirva, que les guste y que comenten esta página

Bibliobesos
Nos seguimos leyendo y con algunos viendo
Silvana Pérez Giró
Maestra de Biblioteca "Luisa Otaegui" 



2 comentarios:

  1. Me encantaron los dibujos que hicieron los niños. Soy Agustina desde Perú, me encanta el blog. Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Agustina por tu comentario desde tu país Perù. Me encanta que te hayan gustados los dibujos, te cuento que los hicieron los niños de 6to en el marco de un proyecto que tenemos en la escuela a la que asistimos, la escuela N1 274 ubicada en Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay. Un placer tener contacto contigo y con los amig@s de tu hermoso país. Bibliobesos.

      Eliminar